En invierno, San Pedro de Atacama ofrece cielos inigualables para mirar las estrellas, un clima ideal para escapar del frío y el regalo de la tranquilidad en temporada baja.

Viajar al norte de Chile es como subirse a una nave que despega rumbo a otro planeta. Pero no cualquier planeta: uno de salares infinitos, lagunas color esmeralda, géiseres que rugen con la primera luz del sol y cielos que parecen haber sido diseñados por los dioses para la contemplación eterna. San Pedro de Atacama no es solo uno de los destinos más espectaculares de Chile, sino también uno de los más codiciados por viajeros de todo el mundo. Y aunque se puede visitar durante todo el año, hay una temporada que brilla con luz propia (y nunca mejor dicho): el invierno.

¿Inviertes tus vacaciones soñadas en pleno invierno austral y decides apuntar al desierto más árido del mundo? Parece una jugada atrevida. Pero aquí te contamos por qué es, en realidad, una de las decisiones más inteligentes y mágicas que podrías tomar. A continuación, te damos tres razones poderosas para que prepares tu mochila, tu cámara y tu telescopio, y te dejes maravillar por San Pedro de Atacama durante los meses más fríos del año.

1. Cielos despejados: El paraíso de los astroturistas

Dicen que los mejores viajes comienzan mirando al cielo. En San Pedro de Atacama, mirar hacia arriba en invierno es como abrir una puerta al universo. Aunque parezca contradictorio, la estación más seca en este rincón del mundo no es el verano, sino el invierno. Durante el verano, llegan las lluvias del llamado invierno altiplánico (también conocido como invierno boliviano), que pueden traer nubosidad y condiciones poco ideales para observar las estrellas. Pero cuando llega el invierno austral —entre junio y agosto— el cielo se despeja casi por completo.

El resultado: noches limpias, sin una sola nube que tape el espectáculo celeste. Las estrellas brillan con una intensidad que sorprende incluso a los astrónomos más experimentados, y la Vía Láctea se presenta con una claridad que en otros lugares del planeta solo podría soñarse.

San Pedro de Atacama es, de hecho, uno de los mejores lugares del mundo para hacer astroturismo, y el invierno es la mejor época del año para hacerlo.

2. Clima ideal para escapar del frío

Si vives en la zona central o sur de Chile, sabrás lo que implica el invierno: lluvias persistentes, cielos grises y un frío que se cuela hasta los huesos. ¿La solución? Escapar hacia el norte y refugiarse en el clima seco y soleado de San Pedro de Atacama.

Durante el invierno, las temperaturas diurnas en esta zona del altiplano chileno rondan los 20 a 21 grados, y bajo el implacable sol del desierto se sienten aún más cálidas. Caminar por el Valle de la Luna, pedalear entre formaciones rocosas o flotar en una laguna salada bajo un cielo completamente azul es una experiencia que reconforta cuerpo y alma. Es como tomar vacaciones del invierno sin tener que salir del país.

Eso sí, la amplitud térmica es marcada: mientras que durante el día te sentirás en plena primavera, durante la noche las temperaturas pueden descender por debajo de los 0°C. Por eso, es importante venir preparado con ropa de abrigo, especialmente si planeas madrugar para ver los géiseres del Tatio al amanecer o salir a fotografiar las estrellas por la noche.

3. ¡Es temporada baja!

Uno de los secretos mejor guardados de viajar a San Pedro de Atacama en invierno es que estarás visitando este lugar icónico en temporada baja. Y eso, para un viajero inteligente, significa una sola cosa: ¡ventajas por todas partes!

Al haber menor demanda turística durante los meses invernales, se reducen los precios, lo que te permitirá hacer más excursiones por menos dinero. Puedes visitar el Valle de la Luna, las Lagunas Altiplánicas, los géiseres del Tatio y el Salar de Atacama sin sentir que estás rompiendo el presupuesto. Además, los alojamientos suelen tener mayor disponibilidad y precios más convenientes.

Pero quizás lo más valioso es la tranquilidad. San Pedro de Atacama, durante el verano o los feriados largos, puede llenarse de visitantes, lo que muchas veces resta a la experiencia de conexión con el paisaje. En cambio, en invierno podrás tomar fotos sin multitudes al fondo, caminar por senderos solitarios, y contemplar los paisajes desérticos en silencio absoluto. Esa sensación de tener el desierto para ti solo no tiene precio. ¡Y te la puede obsequiar un viaje a San Pedro en invierno!

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